Como es bien sabido, la concentración de personas, empresas e instituciones que se produce en una ciudad fomenta la creatividad, la innovación, la diversidad y el crecimiento económico. Asimismo, las condiciones de sinergia entre los diferentes sectores y las partes interesadas aumentan los rendimientos de escala convirtiéndose en un aspecto clave en el desarrollo sostenible de los países. El 80% del PIB mundial se genera en las ciudades aunque también se produce en ellas la mayor parte de la contaminación en todo el mundo.
El crecimiento de la población urbana da lugar a desequilibrios de distinta índole, en consecuencia, las ciudades han iniciado procesos de transformación desarrollando estrategias para responder a los retos derivados de la creciente urbanización, el cambio demográfico, así como de las nuevas exigencias derivadas del cambio climático y el agotamiento de los recursos naturales. Ante los múltiples desafíos, es crucial gestionar el crecimiento de la ciudad de modo que apoye el crecimiento económico y la competitividad adquiriendo cohesión social y sostenibilidad ambiental. Esta necesidad implica contar con múltiples actores, altos niveles de interdependencia, diferentes campos de acción, objetivos contrapuestos y complejidad social y política; por consiguiente, debe abordarse desde un enfoque integral y multidisciplinar.
La planificación urbana en la época contemporánea se caracteriza, por tanto, por la integración de la pluralidad de intereses, pero también por una activa participación pública. Esta nueva situación lleva a la planificación a un enfoque más participativo, basado en las nuevas formas de representación de datos como los Sistemas de Información Geográfica y las nuevas técnicas de participación social facilitadas por las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). El papel de las TIC en la planificación y gestión urbana se enmarca en conceptos como Ciudad Digital o Ciudad Conectada y el más reciente y popular, el término Smart City. El concepto Smart City se distingue de los anteriores haciendo énfasis en el capital social y ambiental, no sólo en la tecnología, sino que encamina las TIC para facilitar el desarrollo económico sostenible, una mejor calidad de vida y un manejo prudente de los recursos naturales. Con la aparición del concepto Smart City surge una gran oportunidad para manejar de manera más eficiente el futuro urbano. El uso de las TIC para los servicios públicos en un contexto de uso eficiente de los recursos, es un elemento clave para la transformación de la ciudad tradicional en una Smart City.
El interés en las Smart Cities ha generado numerosas discusiones teóricas, pero aún no se ha avanzado lo suficiente en la implementación y evaluación de iniciativas afines. Las ciudades que quieran implantar iniciativas Smart deberían evaluar sus necesidades y establecer un enfoque integrado para los nuevos proyectos, abarcando aspectos ambientales, sociales y económicos.